Prof. Mg Ricardo Ramírez Basualdo
Profesor de Filosofía y Religión Colegio Sagrada Familia
La Semana Santa es la semana Mayor por excelencia en la vida de todo cristiano, en ella vivimos junto a Jesús su Pasión, Muerte y Resurrección, la cual comienza con su llegada a Jerusalén, donde existe “gentío , fiesta, alabanza, bendición, paz. Se respira un clima de Alegría” (Francisco, 2013). La multitud lo aclama como rey. Un rey que no entra en Jerusalén para condenar, ni ser servido, sino para ser condenado, azotado, insultado y ultrajado. Porque tomará sobre sus hombros el pecado del mundo, se hace cargo de nuestras pobrezas, dándonos a todos la posibilidad de la Salvación. Es así como el Jueves Santo “Jesús se ofrece y se comunica él mismo en el pan y el vino”. (Benedicto XVI, 2012). Como antesala de su entrega total. En ella, Jesús desciende en la humillación de muerte de cruz, mientras participa de la realidad humana.
El viernes Santo, la liturgia nos recuerda las palabras de Jesús en la cruz: “todo está cumplido”, no sus proyectos, sino la voluntad del Padre. Con aquella muerte, no nos muestra que debemos sumergirnos en el vacío existencial de nuestra vida, sino que le da un sentido de esperanza, la misma que le dio a uno de los hombres crucificados a su lado(Lc. 23, 43). Dicha esperanza ha sido dada por Jesús como semilla, se ha hecho pequeño, humillado en la Cruz, pero aquella muerte dará muchos frutos y frutos en abundancia (Cfr. Jn 15:16). Con ella “Jesús ha trasformado nuestro pecado en perdón, nuestra muerte en resurrección, nuestro miedo en confianza” (Francisco, 2017). Para los cristianos la cruz no es la meta, sino que es un pasaje, porque la meta es la resurrección, dice San Pablo que, si Cristo no ha resucitado, inútil es nuestra fe (1 Cor 15: 14)). ¡Imploremos a Dios Santa Semana y una Feliz Pascua de Resurrección!