
En medio de un día gris, este domingo celebramos en comunidad la alegría de la Resurrección de Jesucristo, quien cumplió su promesa y la convirtió en certeza para la salvación de todos los hombres. La Eucaristía fue celebrada por el Padre Nicholas Matic, quien nos invitó a ver y creer que Cristo ha vuelto a la vida, tal como lo hicieron Juan y Pedro quienes no dudaron de ello al momento de entrar al sepulcro y ver los lienzos y el sudario.
Durante la misa, nuestro Capellán nos recuerda una vez más, el regalo que nos da el hijo de Dios al momento de vencer su propia muerte y con ella abrirnos las puertas del Cielo para encontrarnos con su Padre.
Este día, estamos siendo llamados a llevar la alegría de Jesús vivo a los desamparados, a los que sufren, a los que no creen. Hoy más que nunca debemos mirar a través de los ojos de la esperanza y vivir con alegría el regalo que Cristo nos entrega y que nos pide, llevar a otros cuyos días están sumidos en la tristeza y desconsuelo. Debemos estar atentos a las señales que nos develan la presencia de Dios en nuestras vidas y replicarlas y mostrarlas a los otros que, al igual que María Magdalena, muchas veces no logran ver o creer cuando la verdad está frente a sus ojos.
En esta Pascua, donde compartimos la alegría de que Jesús está junto a nosotros, abramos nuestros corazones y llenémonos de júbilo porque hemos recibido, una vez más, el regalo de salvación y la vida eterna junto a Cristo, el Padre y la Virgen María.
¡Jesús ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!