¿Qué nos enseña Fátima con su visita?

Prof. Mg Ricardo Ramírez Basualdo
Profesor de Filosofía y Religión Colegio Sagrada Familia 

La visita de estos días al colegio nos llena de alegría. María, bajo la advocación de Fátima nos visita y viene a acompañar unos días en medio de nuestras rutinas académicas y formativas. María, la joven de Nazaret, que veneramos y queremos tanto por ser la Madre de Dios, a lo largo de la historia de la Iglesia ha sido invocada o llamada con muchos nombres como muestras de cariño hacia nuestra Madre, una de ellas es Fátima.

¿Por qué Fátima? Porque María en 1917 se aparece en revelación privada a tres niños pastorcitos: los hermanos y beatos Francisco y Jacinta, además de su prima Lucía. Los primeros murieron poco tiempo después de las apariciones, mientras que Lucía se hizo religiosa y murió a los 98 años, viviendo el encargo de María de llevar su mensaje y promover la devoción a su Inmaculado Corazón. María se le presenta a los niños pastorcitos seis veces, cada día 13, entre los meses de mayo y octubre de aquel año.

Dentro de lo mucho que nos enseña el mensaje de Fátima, se puede destacar que María nos interpela a la oración, sobre todo al rezo del Santo Rosario. También nos interpela a la penitencia, a dejar de hacer sufrir a Jesús con nuestras malas acciones, guerras y egoísmos, invitándonos a la conversión y vivir la devoción de su Inmaculado Corazón.

A partir de las apariciones de Fátima, sería bueno recordar que toda revelación mariana o de santos a lo largo de la historia son complementos de la Revelación definitiva de Dios cuando se hizo hombre en la tierra en su Hijo Jesús. Por lo cual, el resto de las revelaciones de carácter privadas, nos ayudan a profundizar los misterios y contenidos de la fe en ciertos momentos de la historia donde son necesarios, tal como fue en Fátima, donde se nos invita a la paz y a volver la mirada a Dios.

Las revelaciones a lo largo de la historia nos recuerdan con signos visibles que Dios sigue y seguirá actuado en la historia de nuestras vidas. Pero aquello lo ha hecho siempre de una manera muy peculiar, mostrándose en primer lugar a los más sencillos y humildes y no necesariamente a los más poderosos y sabios de la humanidad (Cfr. Mt. 11, 25). Dios actúa con instrumentos humildes, que permiten dar mayor credibilidad a su mensaje, como es el caso de los pastorcitos de Fátima, los cuales no sabían leer ni escribir, pero sí contaban con una adecuada catequesis para su edad.

Que estos días que María nos visita, bajo la advocación de Fátima, nos sirvan para recordar que Dios actúa en nuestras vidas y en la historia, que debemos ser capaces de poner atención a los signos de fe que se nos presentan y a ser capaces de oír la voz de Dios con corazón de niño: humilde y sencillo. Contemplemos a María y por medio de ella, llegaremos al Corazón de Jesús, quien, a los pies de su Cruz, nos la ha dado como Madre (Cfr. Jn 19, 26), que nos cuida y acompaña.